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El Mito y Por: John Harvy Arcia G. Psicólogo y Docente UTP- UCPR
El mito ha experimentado reiteradas arremetidas en la historia del conocimiento occidental hasta el punto que en el contexto contemporáneo se le considera como discurso arcaico y/o mentiroso. Esto se ve reforzado por la ciencia moderna a quien se le entrega la potestad de considerar lo que es verdadero en contraposición al discurso de la vida cotidiana, y con ello se relega lo mítico como un aspecto característico del lenguaje “coloquial”. Sin embargo, existen propuestas paralelas que consideran que éste permite al ser humano emerger a partir del territorio que habita y poder mantener una relación constante con la cultura. El mito constituye el tránsito entre la cultura y el lugar en el que vive una sociedad, además, genera un tejido desde el lenguaje sobre el cual se organizan las imágenes que animan al mundo como expresión y secreto. Sólo de la lógica lineal y sintáctica no vive el hombre, porque por más científico que se considere, cada uno acude a territorios cargados de ambivalencia cuando la inteligencia flaquea ante los momentos en los que no se encuentra a qué atenerse, para la comprensión de experiencias en las cuales la psique se ve desbordada por símbolos que las palabras no tienen la capacidad de retener y ocultar. ![]() El mito despliega posibilidades de fantasía e imaginación, y en compañía de la psicología es posible apreciar la estética de la vida en donde se esconden las manifestaciones de la Belleza, de Afrodita, que invitan a que cada cual mediante el amor por las cosas mismas pueda comprender su lugar (τόπος) en el mundo. La dificultad de hallar esta dimensión en la vida cotidiana lleva a que de manera inconsciente acudamos al consumo como medio para conseguir el sueño de libertad en medio de la opresión. El hombre puede simular ser un científico que trabaja amparado en una racionalidad instrumental, sin embargo, no puede ocultar las diversas manifestaciones de la naturaleza animal que posee. Esta situación le hace propenso a evadir permanentemente la responsabilidad emocional e instintiva, sin embargo, la naturaleza entera se confabula para buscar los medios por los cuales dar a conocer sus reclamos, por ejemplo, lo que en otrora se presenta como pesadillas en estados de sueños profundos, en la actualidad se escapan en episodios psicóticos. El discurso sobre el hombre y su psique-logos tiene el origen en el mito, y es a este territorio al cual se debe retornar en aras de comprender que no es desde el evolucionismo antropocéntrico que se puede hallar la re-volución, puesto que ésta última hace la exigencia de reconocimiento en espiral, donde no sólo el sujeto se experimenta como pensante (sapiens), sino también pasional y al ser-vicio del cosmos (demens). |
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